Entendiendo la retroalimentación
Entendiendo la retroalimentación.
Desde la publicación del Currículo Nacional de la Educación Básica en el año 2016, la idea o concepción de retroalimentación aún no es precisa entre la mayoría de docentes con los que me relaciono desde el año indicado, tanto desde la teoría como desde la práctica. Presumo que esto es así debido a que este CNEB ha "movido" las ideas y prácticas que muchos docentes realizábamos con respecto a la evaluación, a la cual, dentro del marco del documento señalado se le denomina "evaluación formativa".
Según nuestro documento, desde un enfoque formativo, se evalúan las competencias, es decir, los niveles cada vez más complejos de uso pertinente y combinado de las capacidades, tomando como referente los estándares de aprendizaje porque describen el desarrollo de una competencia y definen qué se espera logren todos los estudiantes al finalizar un ciclo en la Educación Básica. En ese sentido, los estándares de aprendizaje constituyen criterios precisos y comunes para comunicar no solo si se ha alcanzado el estándar, sino para señalar cuán lejos o cerca está cada estudiante de alcanzarlo.
Entendiendo lo anterior desde la práctica, muchas veces qué hacíamos los docentes, pues simplemente asignábamos tareas que no tenían relación con los propósitos de aprendizaje (muchas veces la práctica educativa ni propósito tenía); tampoco indicadores que orienten el desarrollo de la tarea por lo que el estudiante no sabía si lo que estaba haciendo era lo adecuado o no (me recuerda cuando estaba en el colegio y había revisión de cuaderno, quien tenía mayor cantidad de hojas escritas tenía mayor calificación); se castigaba el error sin indicarle al estudiante en qué había errado, sin considerar que de ello se puede aprender (crecimos con el miedo a equivocarnos y esa práctica también la llevamos a las aulas cuando nos toco pasar de la carpeta a la pizarra), y finalmente, todo se centraba en la calificación lo cual tenía un carácter determinante en tu perspectiva de desarrollo de vida, en tu dignidad, en tus deseos, etc.
Qué se pretende actualmente, y digo pretende porque sigo observando que las prácticas señaladas en el párrafo anterior aún siguen vigentes, a pesar de toda la información y cambio de visión de la práctica pedagógica que este nuevo currículo nos brinda; pues se pretende, como señala el Currículo Nacional, evaluar formativamente, considerando que para ello se debe comprender la competencia a evaluar, analizar el estándar de aprendizaje de ciclo, seleccionar o diseñar situaciones significativas, utilizar criterios de evaluación para construir instrumentos, comunicar a los estudiantes en qué van a ser evaluados y sus criterios, valorar el desempeño de cada estudiante a partir del análisis de evidencias, y retroalimentar a los estudiantes para ayudarlos a avanzar hacia el nivel esperado y ajustar la enseñanza a las necesidades identificadas. La última consideración señalada, la retroalimentación es de lo que nos vamos a ocupar a partir de ahora.
Según el Currículo Nacional de la Educación Básica (2016) la retroalimentación consiste en devolver al estudiante información que describa sus logros o progresos en relación con los niveles esperados para cada competencia. Esta información le permite comparar lo que debió hacer y lo que intentó lograr con lo que efectivamente hizo. Además, debe basarse en criterios claros y compartidos, ofrecer modelos de trabajo o procedimientos para que el estudiante revise o corrija. Retroalimentar consiste en otorgarle un valor a lo realizado, y no en brindar elogios o criticas sin sustento que no orienten sus esfuerzos con claridad o que los puedan distraer de los propósitos centrales.
Lo anterior se debe entender que desde la práctica el docente toma un rol de mediador entre el estudiante y el aprendizaje, debiendo proponer actividades que permitan alcanzar los propósitos u objetivos propuestos. Entonces, observamos que desde lo dicho últimamente, la práctica pedagógica empieza a cambiar (antes tal vez no se tenía propósito, ahora se debe tener un propósito para que tenga sentido el estar en clases, tanto para el docente como para el estudiante) involucrándose en el propósito tanto el docente como el estudiante. Para lograr ello, es importante que el docente esté atento al desarrollo de las acciones que el estudiante esté realizando orientando constantemente al logro de los propósitos (cuando era estudiante escolar, universitario y luego como docente, observaba a docentes que encargaban alguna tarea, fecha de entrega y desaparecían, y los estudiantes ni idea de qué, cómo y para qué hacer lo asignado). También, considerando lo propuesto por la evaluación formativa, establecer criterios e instrumentos de evaluación y que el propio estudiante lo tenga presente, porque es a partir de ello que vamos a poder retroalimentar oportunamente las acciones de los estudiantes y ellos van a entender el porqué sus acciones son adecuadas a no. En este último punto es que se hace precisa la práctica de la retroalimentación.
Entonces, ¿cómo se hace la retroalimentación? Para ello hay una serie de estrategias, pero es necesario precisar, de acuerdo a lo que empíricamente he compartido con muchos colegas, es que la retroalimentación es una práctica constante de acompañamiento al desarrollo de las actividades realizadas por los estudiantes. No se realiza al final de la tarea asignada, como creen alguno maestros. Algunos, manteniendo las prácticas antiguas, consideran que deben asignar la tarea, el estudiante la desarrolla y cuando la entrega revisar los errores y recién ahí retroalimentar. Es más, si la tarea está bien hecha, ya no es necesaria la retroalimentación. Con el enfoque de la evaluación formativa, ya no es válida prácticas como las señaladas, pues como reitero el docente tiene el rol de mediar entre el aprendizaje y el estudiante y ello requiere la presencia permanente del docente.
La escalera de la retroalimentación
Esta estrategia fue propuesta por Daniel Wilson. Es una herramienta que ayuda a cultivar una cultura de la valoración. Es una guía que puede ayudar a otros a apoyar la indagación en el aprendizaje, estableciendo una cultura de confianza y apoyo constructivo.
Consiste en lo siguiente:
Personalmente, considero que esta estrategia nos permite brindar una retroalimentación pertinente a los estudiantes. En cuanto a la forma de retroalimentar, que puede ser oral o escrita, lo he aplicado de manera oral, en el momento preciso en que logro interactuar sobre el desempeño del estudiante.
SED
Esta es otra estrategia que propuesta por el Ministerio de Educación en el fasciculo 2 del curso autoformativo "Evaluación formativa". Esta estrageia se llama de esta manera por las iniciales de los tres componentes que, según se propone, debe contener la retroalimentación: seguir haciendo, empezar a hacer, dejar de hacer.
Se detalla a continuación.
Esta estrategia, sinceramente no la he aplicado aún, pero no deja de llamarme la atención y de ponerla en práctica en cuanto se inicien las actividades luego de vacaciones.
Ahora, para finalizar este post, sobre quién retroalimenta, cómo lo hace y qué tipos existen, tenemos una propuesta al respecto, también brindada por Daniel Wilson, llamada la "retroalimentación a través de la pirámide y consiste en lo siguiente:
La retroalimentación a través de la pirámide
Es una herramienta que combina los diferentes componentes claves para crear momentos y métodos de retroalimentación. Esta pirámide, describe los distintos tipos, formas y fuentes de retroalimentación.
¿Cómo se usa la pirámide?
Se sugiere lo siguiente, de acuerdo al autor:
Algunos maestros la usan para reflexionar acerca de sus valoraciones. Por ejemplo, un maestro puede tomar conciencia que sus valoraciones, en su mayoría son formales, y solamente generan retroalimentación por parte del maestro. Esta Pirámide puede estimularlo para que complemente sus valoraciones o las remplace por otras.
Los maestros también usan la Pirámide como una herramienta para la planeación. En este caso, la pirámide puede servir para guiar la construcción de experiencias de valoración. La pirámide ayuda a pensar en la creación de múltiples maneras de valorar y hacerse preguntas como: ¿Es conveniente crear valoraciones informales, verbales o autovaloraciones desde el comienzo de la unidad? ¿Cuáles pueden ser algunas formas de valoración escrita, informal o valoraciones de compañeros? ¿Qué tipo de valoraciones formales debo construir? En este sentido la Pirámide se convierte en una herramienta que los maestros utilizan para crear retroalimentación que apoye la comprensión.
Para finalizar
Reflexionando sobre el ejercicio de nuestra profesión y práctica cotidiana en el aula, debemos tener presente que como todo que cambia, nuestras maneras de hacer las cosas también, pues responden a los retos, desafíos y necesidades que surgen en la sociedad. Soy docente de historia y considero que un docente que entra al aula, por ejemplo, y escribe en la pizarra una serie de datos para "contar" lo ocurrido hace un tiempo atrás sin llevar a los estudiantes a revisar la diversas de fuentes existentes y trabajarlas, pues no está acorde a lo que hoy se requiere en cuanto a una visión crítica de las fuentes de información. Aunque este ejemplo es otro tema, bien nos podemos dar cuenta que las prácticas docentes están cambiando y este tema de retroalimentación es parte de ello.
Entonces, es necesario continuar revisar nuestras acciones y tratar de mejorar, siempre en bienestar de nuestros estudiantes.
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